Educación para la Paz
Entre las nuevas generaciones de jóvenes surge lentamente una perspectiva distinta en la manera de afrontar la problemática de los conflictos políticos, sociales e incluso personales. Aparecen nuevos términos y otras actitudes, como cuando afirman que para conseguir lo que se quiere es "necesario pensar en positivo". Por eso surgen los constructores de la paz, los educadores para la paz o hasta los investigadores para la paz, que forman el nuevo panorama contra la violencia. Un nuevo enfoque con, al menos, dos aciertos claros. En primer lugar, analizar los problemas desde la perspectiva de la paz y, en segundo, subrayar y hacer consciente que para resolver los problemas de convivencia política, hay que superar la mera retórica del castigo, el simple endurecimiento de las leyes, de la misma forma que es necesario abandonar la absurda retórica de la amenaza o el silogismo fúnebre del terror y de las armas. Por eso, educar para la paz es la otra cara de la violencia. Es una estrategia psicológica y pedagógica, basada en el refuerzo de la comunicación y el cambio, y no sólo en el castigo de lo negativo, orientada hacia la construcción del futuro y no a la destrucción del presente ni del pasado.No ha sido fácil llegar a defender una educación para la paz. La psicología, por ejemplo, le debe mucho a la paz, pero también a la guerra. Si los tiempos de conflicto político, por ejemplo durante las dos grandes guerras, le sirvieron para obtener el reconocimiento institucional, en los tiempos de paz obtuvo el reconocimiento público. Fue entonces cuando desarrolló programas de intervención, que ayudaron a grupos y a muchas personas a enfrentarse con las reacciones emocionales provocadas por el miedo, por el conflicto de grupo y por las situaciones límite de enfrentamiento bélico y de terror.
Nuestro siglo XX, lleno de conflictos y de revueltas políticas, aceptó con demasiada resignación la realidad inevitable de la violencia y del conflicto político armado. Hasta Freud cambió su teoría para introducir el instinto de muerte, que aceptaba e intentaba explicar la capacidad destructiva del hombre. Una vez admitida que la violencia política es insalvable, los psicólogos intentaron descubrir y analizar los factores psicológicos y sociales que la favorecen y la desarrollan. Se culpabilizó a las mentes individuales, se la relacionó con la pobreza económica y con la expansión territorial, para poco después encontrar una esperanzadora asociación entre democracia y ausencia de conflictos armados.
 
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